SOLEÁ


Estilo flamenco considerado matriz del flamenco cuya estructura, de doce tiempos, atiende a un compás de amalgama de binarios y ternarios (6x8 y 3x4) y se basa en la escala o cadencia andaluza, rasgo musical distintivo del flamenco.

De este modelo, surgen las bulerías, las bulerías por soleá, las alegrías, todas las cantiñas, los jaleos, la caña, el polo... De ahí su importancia como cante esencial del flamenco. Los teóricos destacan su desbordante riqueza lírica, su diversidad, su fecundidad, por encima del resto de los estilos del flamenco.

Sobre su origen, Machado Álvarez argumenta que es la evolución de la música que acompañaba a un baile llamado jaleo y del cual se independizó a mediados del siglo XIX.

Sobre el nombre, el musicólogo García Matos propone que pudo ser tomado de una de las primeras letras de estas canciones, relativa a la soledad.

Nombres históricos de la soleá son la cantaora trianera decimonónica La Andonda; y, ya en el siglo XX, la cantaora utrerana La Serneta, de quien son fieles seguidoras Fernanda y Bernarda de Utrera; el cantaor jerezano Frijones, el gaditano El Mellizo, el lebrijano Juaniqui, el alcalareño Joaquín el de la Paula... cada uno con sus particularidades y su reguero de discípulos.

En el ámbito del baile, la soleá es también un estilo primordial, inicialmente de mujer, con La Cuenca y La Mejorana como precursoras. Actualmente, el género es indistinto, con mayor o menor profusión de zapateado según el intérprete. El Güito, Manuela Carrasco y, recientemente, Eva Yerbabuena son algunos de los bailaores que han hecho de este baile su estandarte.

Bulerías


Las bulerías son un estilo flamenco derivado de la soleá, del que toma su estructura de compás y del que se diferencia -grosso modo- por su mayor aceleración rítmica. Se desliga de la soleá (de la cual era epílogo) a finales del siglo XIX, por obra de cantaores como El Gloria y El Loco Mateo, para adquirir entidad propia.

A caballo entre ambos estilos está la bulería por soleá o soleá por bulerías, cante de origen jerezano que consiste en decir la bulería a tiempo de soleá.

La bulería adopta multitud de variaciones tanto en la melodía como en la métrica y, normalmente, va acompañada de palmas a contratiempo y una pincelada de baile.

Jerez de la Frontera es un claro epicentro de la bulería, aunque también son destacables las creaciones sevillanas de figuras como La Niña de los Peines o Manuel Vallejo, las formas gaditanas, las de Utrera-Lebrija o los cuplés por bulerías (letras de la canción española o el acervo popular adaptadas a dicho compás en tono menor).

En el baile, la bulería ha sabido salir de la fiesta familiar para tomar entidad propia sobre los escenarios, ya sea como remate de la soleá, ya sea como fin de fiesta, fórmula que suele usarse como bis y en el que participa toda la compañía formando un corrillo en el que no sólo se lucen los bailaores, sino también los músicos (es célebre la "patá" por bulerías del guitarrista Parrilla de Jerez, por ejemplo), estando permitida la broma.

Alegrías


Las alegrías son el estilo flamenco más destacado del grupo de las cantiñas.

Se trata de un cante oriundo de Cádiz cuya estructura de compás corresponde a la de la soleá, con coplas de cuatro versos octosílabos. De hecho, es el resultado de la unión entre la soleá y la jota aragonesa, "fusión" que se propició durante la resistencia a la invasión napoleónica (1808), la Guerra de la Independencia. No en vano, en su origen, también se llamaron jotas o jotillas gaditanas; y en su temática son comunes las letras alusivas al periodo liberal y la contienda.

Como cultivadores del estilo destacan Enrique Butrón, Rosario la del Colorao, Ignacio Espeleta (quien introdujo el "tirititrán" inicial), Aurelio Sellés, Chaquetón, Chano Lobato...

De talante más melodioso y solemne son las alegrías de Córdoba, atribuidas al cantaor Onofre.

El baile por alegrías es uno de los más lucidos y ricos sobre el escenario. Tradicionalmente, se considera un baile de mujer que se nutre tanto de los movimientos ondulantes del cuerpo y de hermosos braceos -sobre todo, en los llamados silencios-, como de elaborados zapateados -en las llamadas escobillas-, sin olvidar elementos del vestuario tan vistosos como las batas de cola o los mantones, cuyo manejo requiere una técnica especial. En las alegrías y todo el grupo de las cantiñas destaca el estilo impuesto por Pastora Imperio, que ha dejado su sello a todas las seguidoras de la escuela sevillana como Matilde Coral, Milagros Menjíbar, Pepa Montes... así como intérpretes jóvenes como Belén Maya o Rafael Campallo.

Publicado en www.flamenco-world.com


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