Embeleso en el País del Mago (31/07/2021)


  • Paymogo rindió honores a Cristina Hoyos y otorgó la Distinción José Manuel Canelo a Alba Espert.

    Si hay un territorio flamenco donde la juventud brilla con luz propia, ese es Paymogo, localidad del Andévalo onubense que, pese a contar con poco más de un millar de habitantes, viene celebrando desde 2000 un festival a pulmón que, sin apoyo de la Diputación Provincial de Huelva ni de la Junta de Andalucía, no sólo les ayuda a no perder la perspectiva y a seguir motivándose de cara al futuro, sino que encuentra el goce del lenguaje creativo y del conocimiento en los maestros, en aquellos que dejaron huellas para la eternidad.

    Esta edición, pospuesta por la COVID-19 desde 2020, conjugaba, en tal sentido, el reconocimiento a Cristina Hoyos, maestra que ha enseñado a todos cuantos han pasado por sus compañías a ser arquitectos de su propio destino, con unos jóvenes dispuestos a dar lo mejor de sí mismos a los pies del Castillo de Santa María Magdalena, desde donde, probablemente, los poderes de un chamán de la Sierra Morena onubense dieron al lugar el nombre de País del Mago, el actual Paymogo.

    Dividido el festival en dos jornadas, el primer día fueron los honores a Cristina Hoyos, a quien la alcaldesa de Paymogo, Tote Fernández, la reconocía como "andaluza universal comprometida por una sociedad mejor y creadora de una atmósfera de libertad en la que el arte y el movimiento se encuentran", agradecimiento que la sevillana correspondió con la contundencia de quien es una fuente de crecimiento y admiración.

    Y como un flamenco que aísla a sus jóvenes está llamado a desaparecer, la organización hizo debutar a la paymoguera Consuelo Haldón, alumna destacada del Aula Flamenca de Paymogo que tan cabalmente dirige Manolo Sierra, quien a sus 13 años de edad ya cuenta con primeros premios en su haber, y que, escoltada por una guitarra experta como la del onubense Antonio Dovao, dejó muestras de sus buenos registros vocales por cantiñas, así como afinación y ritmo en la malagueña con fandango de Frasquito Yerbabuena, tientos-tangos y fandangos de Huelva.

    Mas lo imprevisible de la noche lo provocó Haldón por sevillanas a fin de que dos grandes maestras como Cristina Hoyos y Pepa Montes las desmenuzaran desde lo más impresionante e insospechado, tanto por la mezcla de corporalidad que marcó el ritmo emocional de la acción, cuanto por lo fascinante de dos expresiones distintas pero encantatarias, dialogando sus cuerpos al ritmo de las melodías de manera tan estremecedora que erigieron un monumento a una forma diferente de integrar la voz en la danza. El cante de Consuelo Haldón había quedado envuelto en el revuelo de dos figuras históricas, en tanto que ambas maestras le entregaban, en nombre del Ayuntamiento, una beca de ayuda para facilitarle el acceso a la formación.

    En la segunda jornada se ponía en liza la Distinción José Manuel Canelo, que honra al joven paymoguero que ideó este festival, principiando con Alba Espert, la jerezana que a sus 24 años puso de manifiesto que por rondeña de Manolo Sanlúcar, petenera para evocar a Enrique de Melchor y taranta, la guitarra de concierto está más viva y despierta que nunca en manos de la mujer, y más de quien esa noche estrenaba el título de Master de Investigación y Análisis del Flamenco.

    Fue la propia Espert la que nos estimuló el interés por Ana Jiménez, prieguense que si por soleares de Alcalá a Triana y por tientos convenció incluso a los más escépticos, por bulerías de Luis de la Pica y Pastora Pavón evidenció a sus 19 años de edad que es un ejemplo paradigmático de cómo se pueden y deben hacer las cosas.

    De Osuna llegó Manuel Cuevas Hijo, que el próximo día 8 de agosto cumplirá 25 años y que, con la bien compenetrada escolta de José Manuel el Chino, presentó un repertorio sin alardes pero con logrado estilo de cantaor con ánimo de avanzar, pues si buscó la inspiración en la media granaína de Vallejo y en un "collage" de zambra, tientos, tangos aguajirados y colombiana, pretendió la sorpresa en la milonga de Rafael Farina, dejando al respetable sin el espectáculo visual y poético de las seguiriyas.

    La bejamenicense Carmen Carmona, por su parte, contó con el caudal de notas del maestro Fernando Rodríguez, lo que aportó esmero y resolución a sus 18 años de edad, mientras que se mostraba evocadora en la granaína y media granaína, con una coherencia pasmosa en las soleares apolás y con derroche de gusto expresivo en su recuerdo a los tangos de Granada y Badajoz.

    Como señala la tradición por estos pagos andevaleños, de inmediato disfrutamos de un desafío por fandangos personales con todos los participantes, cerrándose el encuentro con un fandango cané alusivo a Paymogo, el pueblo onubense que considera a los jóvenes como agentes fundamentales de la evolución del flamenco, de ahí que ponga en valor la necesidad de fomentar la concienciación sonora de Andalucía, lo que justifica la Distinción José Manuel Canelo, que en esta edición recayó en Alba Espert por la dedicación al estudio del flamenco y para que lo impulse no a predecir el futuro, sino a construirlo.

    Pero el recuerdo que atesorará el País del Mago de la edición 2021 es el momento conformado por Cristina Hoyos y Pepa Montes, que apresaron a todo un auditorio desbordado y eternamente agradecido, al ser testigos de cómo el embeleso puede abrir posibilidades para que la unión del cante de una chica, de sólo 13 años de edad, y el lenguaje corporal de dos artistas históricas, derivara en un baile de lujo, inclasificable y ambicioso. La paymoguera Consolación Haldón quedó desde ese momento amadrinada por quienes hicieron del arte un poema mayor sin palabras.